3 mitos de la Incontinencia Urinaria

3 mitos de la Incontinencia Urinaria

Mitos Incontinencia

Alrededor de la incontinencia urinaria, existen una serie de mitos que deberíamos desterrar para poder conocerla mejor, saber cómo afecta y cómo gestionarla y, así, acompañar mejor a quienes la padecen.

En este artículo, queremos contarte qué es exactamente, así como algunos de los principales mitos y por qué estos no son verdad. De esta forma podrás conocer más sobre una afección muy común y, así, familiarizarte con ella.

¿Qué es la incontinencia urinaria?

La incontinencia urinaria, un fenómeno más común de lo que se piensa, se define como la pérdida involuntaria de orina. Representa un desafío para quienes la experimentan, ya que puede ocurrir en momentos inesperados e inoportunos, afectando significativamente la calidad de vida. Importante destacar, la incontinencia urinaria no es una enfermedad per se, sino un síntoma o señal de que algo no está funcionando correctamente dentro del sistema urinario.

Afecta tanto a mujeres como a hombres, aunque con una mayor incidencia en el sexo femenino. Se estima que el 64% de las mujeres y el 34% de los hombres mayores de 80 años experimentan algún grado de incontinencia. Esta condición puede llevar a problemas emocionales, como la vergüenza o la ansiedad, y restringir las actividades sociales y laborales de quien la padece.

A pesar de su prevalencia, existen diversas maneras de manejar y tratar la incontinencia urinaria, incluyendo ejercicios de fortalecimiento del suelo pélvico, cambios en el estilo de vida, medicamentos y, en casos más severos, intervenciones quirúrgicas. Es crucial consultar a un profesional de la salud para obtener un diagnóstico adecuado y discutir el mejor plan de tratamiento.

Mitos de la incontinencia urinaria

No puede hacerse nada por los pacientes con demencia que sufren incontinencia

¡Mito! La persona con demencia puede perder la capacidad cognitiva necesaria para ir al baño de forma satisfactoria y también puede perder la capacidad de comunicar sus necesidades. Recordar a la persona que use el inodoro a intervalos regulares, ajustar la ropa para que sea fácil de manejar, hacer que el inodoro pueda identificarse fácilmente y elegir productos para controlar la incontinencia pueden resultar de ayuda. De este modo pueden reducir su incidencia y mejorar su calidad de vida.

Beber lo menos posible mejorará la incontinencia

¡Mito! Restringir la ingesta de líquidos para evitar accidentes no es una buena idea. Los niveles muy bajos de líquidos pueden predisponer a las personas a la incontinencia, ya que la deshidratación puede provocar estreñimiento e infecciones del tracto urinario que a su vez pueden contribuir a la incontinencia urinaria.

El envejecimiento y la incontinencia van de la mano

¡Mito! La incontinencia urinaria no es inevitable con la edad. Si bien los cambios fisiológicos normales que ocurren con la edad pueden afectar a la capacidad de la persona mayor de mantener la continencia, el envejecimiento como tal no es la causa. Puede considerarse un factor de riesgo junto con muchos otros como el embarazo, la obesidad, las enfermedades neurológicas, las infecciones y los trastornos genéticos y hereditarios. Personas de cualquier edad pueden sufrir de incontinencia.

En resumen, desmitificar las creencias erróneas sobre la incontinencia urinaria es fundamental para abordar esta condición con empatía y eficacia. A lo largo de este artículo, hemos desmentido algunos de los mitos más comunes que rodean a la incontinencia, demostrando que con información precisa, atención médica adecuada y estrategias de manejo personalizadas, las personas que enfrentan este desafío pueden mejorar significativamente su calidad de vida.

Es esencial reconocer que la incontinencia urinaria no es una consecuencia inevitable del envejecimiento ni un problema sin solución. Con el apoyo correcto y un enfoque proactivo, tanto pacientes como cuidadores pueden encontrar formas efectivas de gestionar esta condición. La clave está en la comunicación abierta con los profesionales de la salud y en el compromiso con las recomendaciones de tratamiento, que pueden incluir desde ajustes en el estilo de vida hasta opciones terapéuticas más avanzadas.

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