Envejecimiento de la población y multimorbilidad

Envejecimiento de la población y multimorbilidad

La población mundial ha envejecido notablemente en las últimas décadas, y no solo ha incrementado el número de personas mayores, también la proporción que representa este colectivo sobre el conjunto de la población. Se estima que en 2050 se habrán duplicado las personas de más de 60 años en todo el mundo y los mayores de 80 años se triplicará entre 2020 y 2050.

Estos cambios de edades en la estructura de la población de un país, se conoce como envejecimiento de la población. Y aunque dicha transformación se inició en los países avanzados, actualmente los cambios más relevantes se están dando en los países con ingresos medios y bajos.

España es el cuarto país europeo con más personas mayores. El 20 % de la población tiene más de 65 años, lo que se considera una población muy envejecida, que se espera que aumente todavía más durante los próximos 20 años.

Los principales factores que determinan el envejecimiento de una población son la migración, el índice de natalidad y la mortalidad. Por ello, la disminución de la natalidad, junto al incremento de la longevidad marcan la composición y el tamaño de un país. Todo ello, sin olvidar el impacto que también representa la migración sobre las estructuras de edad en muchos países y regiones. Se ha demostrado que, en los países con grandes flujos poblacionales, la migración puede retrasar temporalmente el proceso de envejecimiento, ya que las personas migrantes suelen ser jóvenes en edad de trabajar.

El envejecimiento de la población debe entenderse como un gran logro de la sociedad moderna, al haber conseguido aumentar la esperanza de vida y mejorar la salud de las personas al mismo tiempo.

Además, por su carácter multifactorial y polifacético, el envejecimiento de la población se considera uno de los sucesos más relevantes de la sociedad actual. Supone un cambio demográfico que impacta en diferentes estamentos de la sociedad, como el mercado laboral y financiero, los servicios relacionados con la vivienda, el transporte, la protección y seguridad social, los cambios en las estructuras familiares y los lazos intergeneracionales.

Comprender el envejecimiento

Desde el punto de vista biológico, el envejecimiento es el resultado de la acumulación de una gran variedad de daños moleculares y celulares que comportan un descenso gradual de las capacidades físicas y mentales, así como un mayor riesgo de sufrir enfermedades. Sin embargo, no todos los cambios son uniformes y lineales en el tiempo, cada persona es diferente y los factores que determinan la salud en la etapa final de la vida son muy variados. De hecho, en el envejecimiento influye tanto la salud individual, como determinados factores sociales y psicológicos que interaccionan continuamente con la vida social, económica, cultural y ecológica de la comunidad donde se vive.

El envejecimiento se define como un proceso multidimensional irreversible del ser humano, caracterizado por ser heterogéneo y particular según cada situación personal.

Los principales signos reconocibles de pérdida de capacidad fisiológica son:

·  Acumulación de lesiones genéticas en el ADN. Los mecanismos reparadores del daño genético causado por la exposición de las células a los agentes externos, pierden eficiencia con la edad, acumulando mutaciones y acelerando el envejecimiento.

·  Acortamiento cromosómico. Los telómeros se van acortando en cada división celular por la incapacidad de las células de ir copiando la secuencia completa.

·  Cambios en la expresión génica asociados a la edad. La expresión génica encargada de emitir las directrices celulares, se va alterando con el paso de los años y aumenta la tasa de errores en las instrucciones genéticas.

·  Proteínas defectuosas y otros desechos celulares. Eliminación deficiente de las proteínas y otros componentes celulares dañados y defectuosos, que al acumularse alteran el buen funcionamiento de las células.

·  Desregulación metabólica. Cambio del metabolismo con el paso de los años. Mientras en la juventud los nutrientes y las reacciones anabólicas contribuyen al crecimiento, en la edad adulta el exceso de nutrientes inhibe la eliminación de las células dañadas y favorece la inflamación y el envejecimiento.

·  Mitocondrias defectuosas. Las mitocondrias son las encargadas de producir energía y su deterioro puede derivar en inflamación y muerte celular, contribuyendo progresivamente al envejecimiento.

·  Alteración de la comunicación celular. Los defectos en las células individuales afectan a la señalización y coordinación entre células, provocando alteraciones sistémicas.

·  Pérdida de la capacidad de regeneración de los tejidos. El sistema inmune es menos eficiente en la eliminación de las células senescentes y se irán acumulando con la edad. Además, las células madre se deterioran con el tiempo y pierden su función de renovación y reparación de los tejidos.·  Alteración de la microbiota intestinal. La comunidad microbiana va cambiando y pierde diversidad con la edad, afectando no solo a la digestión de los alimentos, también a la protección frente a patógenos y a la comunicación con el sistema nervioso central y periférico.

En general, el buen funcionamiento de los órganos depende del buen funcionamiento de sus células y con el paso de los años las células envejecidas funcionan peor. Además, las células que mueren no se reemplazan, disminuyendo considerablemente el número de células de los órganos, lo que significa que ya no podrán desempeñar su función con total normalidad.

Enfermedades asociadas al envejecimiento

Los primeros signos del envejecimiento afectan generalmente al sistema musculoesquelético. También ojos y oídos empiezan a cambiar cuando se inicia la edad adulta. De hecho, a partir de los 30 años empieza un descenso gradual y constante de la mayoría de las funciones internas del organismo.

·  Huesos. Pérdida de densidad ósea (osteopenia y osteoporosis).

·  Articulaciones y ligamentos. El cartílago que cubre las articulaciones se vuelve más fino. Los ligamentos que unen las articulaciones son menos elásticos y los tendones que unen músculos y huesos pierden flexibilidad. En general las articulaciones se vuelven más rígidas y duras.

·  Músculos. Disminución de la masa muscular y como consecuencia, menor fuerza muscular.

·  Grasa corporal. Aumento del porcentaje de grasa y cambios en su distribución.

·  Ojos. Pérdida de visión de cerca, cambios en la percepción de los colores y necesidad de más iluminación.

·  Oídos. Pérdida de audición y dificultad para oír los sonidos agudos.

·  Boca y nariz. Disminución de los sentidos del gusto y olfato. Menor producción de saliva y retroceso de las encías.

·  Piel. En general la piel se vuelve más fina, menos elástica y más seca.

·  Cerebro y sistema nervioso. Reducción del número de células del cerebro y cambios en los niveles de las sustancias químicas que actúan de mensajeras.

·  Corazón y vasos sanguíneos. Aumenta la rigidez de los vasos, el corazón se llena de sangre más lentamente y las arterias disminuyen su capacidad de respuesta, aumentando la presión arterial.

·  Pulmones y respiración. Pérdida de elasticidad de los pulmones, debilitamiento de los músculos involucrados en la respiración, y disminución del número de alvéolos y capilares pulmonares.

·  Aparato digestivo. El estómago elimina los alimentos más lentamente, disminuye la contracción de los músculos esofágicos y aumenta el riesgo de desarrollar intolerancias.

·  Sistema inmunitario. El número de células inmunitarias disminuye, la respuesta inmunitaria es más lenta y se pierde capacidad de detectar y corregir defectos celulares.

·  Riñones y aparato urinario. El tamaño de los riñones disminuye y la filtración glomerular es menos eficaz. Además, el debilitamiento de los músculos de la vejiga provoca alteraciones en el control de la micción (incontinencia urinaria).

·  Sistema endocrino. Disminución de los niveles de algunas hormonas.

La mayoría de estos cambios y desequilibrios acaban ocasionando diferentes patologías. Las principales causas de morbilidad y carga de enfermedad en España son la diabetes, la lumbalgia y cervicalgia, las cefaleas, las caídas, las enfermedades ginecológicas y los trastornos depresivos.

En cuanto a la mortalidad, las principales causas son:

·  Enfermedades del aparato circulatorio. Principalmente eventos cerebrovasculares, insuficiencia cardiaca y enfermedades isquémicas del corazón.

·  Cáncer y tumores. Mayoritariamente tumores malignos de órganos digestivos y de pulmón.

·  Enfermedades infecciosas.

·  Enfermedades respiratorias. Principalmente enfermedades pulmonares obstructivas crónicas (EPOC).

Las enfermedades respiratorias ocupaban históricamente la tercera posición por delante de las infecciosas hasta el año 2019, que se incrementaron considerablemente con motivo de la pandemia de COVID-19. También es importante destacar el aumento de la mortalidad por enfermedades mentales y nerviosas durante los últimos años.

Muchas de estas enfermedades son enfermedades crónicas, especialmente prevalentes en las personas mayores. En España, más del 60% de la población padece alguna enfermedad o tiene algún problema de salud crónico, aunque esta cifra aumenta hasta el 90% en los mayores de 65 años y hasta el 95% en personas de más de 75 años.

Las enfermedades crónicas son problemas de salud a largo plazo que generalmente no tienen cura o provocan secuelas que dificultan la vida diaria. Se consideran el resultado de la combinación de diversos factores genéticos, fisiológicos, ambientales y conductuales.

Las 10 enfermedades crónicas más frecuentes de las personas mayores en España son:

·  Hipertensión.

·  Artrosis.

·  Hipercolesterolemia.

·  Dolor crónico (lumbar y cervical).

·  Diabetes.

·  Varices.

·  Cataratas.

·  Incontinencia urinaria.

·  Otras enfermedades del corazón.

Además, el 65% de la población de personas mayores convive con dos o más enfermedades crónicas, siendo cuatro el número medio de patologías por persona. Esta situación se conoce como multimorbilidad. La multimorbilidad afecta a la gran mayoría de los mayores, y no solo implica importantes consecuencias negativas para la salud, también supone un claro desafío para los sistemas sanitarios, ya que los profesionales están preparados básicamente para afrontar las enfermedades de forma individual.

La multimorbilidad se define como la presencia simultánea de 2 o más enfermedades crónicas.

También cabe destacar que las personas con enfermedades crónicas suelen tener algún grado de discapacidad, ya sea por la propia enfermedad o por otras causas o patologías. La artrosis, la artritis, la diabetes, la depresión, la ansiedad crónica y los procesos oncológicos son los de mayor impacto.

Multimorbilidad y envejecimiento

La multimorbilidad incrementa con la edad y es más frecuente en mujeres y personas con bajos ingresos. Se trata de una situación que impacta considerablemente en la salud de las personas generando mayor incapacidad, pérdida de calidad de vida y aumento de la mortalidad, además de incrementar la necesidad de recursos sanitarios.

En el ámbito sanitario, el grupo de pacientes con alta multimorbilidad también se han denominado históricamente pacientes pluripatológicos.

La principal dificultad para tratar estos pacientes, cuyas necesidades de salud son cada vez más complejas, es la falta de herramientas que ayuden y guíen a los profesionales sanitarios en la toma de decisiones. Por ello, es indispensable que los sistemas sanitarios estén preparados para tratar adecuadamente a las personas mayores que acumulan varias patologías tanto a nivel clínico como subclínico.

Heterogeneidad en el envejecimiento, potenciales factores que lo determinan

Aunque la genética determina en parte la salud de las personas, también hay varios factores del entorno físico y social que impactan notablemente su evolución. Mantener unos hábitos saludables a lo largo de la vida (dieta equilibrada, actividad física, no fumar, etc.), ayuda a reducir el riesgo de enfermedades, mejorar la capacidad física y mental, así como retrasar las situaciones de dependencia.

Según la OMS y diferentes Agencias de Salud Pública, los determinantes más destacados que inciden directamente en la salud de las personas mayores son:

·  Medio ambiente físico. Hogar, ecosistema estable, recursos sostenibles, etc.

·  Entorno Social. Ingresos, educación, equidad, justicia social, acceso a servicios de salud, etc.

·  Determinantes biológicos y del comportamiento. Factores genéticos, estilo de vida, etc.

El entorno influye en la salud de las personas en multitud de aspectos. Dicha relación con el entorno está determinada por las características personales, tales como la familia, el sexo, la etnia, la religión o los hábitos y estilos de vida. Todo ello, da lugar a desigualdades en los estados de salud de las personas mayores. En consecuencia, el envejecimiento saludable, exitoso, activo y con calidad de vida debe abordarse de una manera integral, donde además del enfoque propio de salud, hay que tener en cuenta el bienestar personal, la funcionalidad, la autonomía y el entorno social y familiar.

El envejecimiento es un proceso multidimensional en el que influye tanto la salud como multitud de factores sociales y psicológicos.

Envejecimiento saludable. La longevidad como un reto.

Las principales acciones para ralentizar el envejecimiento y mejorar la calidad de vida de las personas mayores son:

·  Practicar ejercicio físico regularmente. El ejercicio ayuda a quemar grasas innecesarias, eliminar toxinas, corregir la postura, mejorar el riego sanguíneo o preservar la capacidad pulmonar. Además, favorece al mantenimiento saludable de huesos y músculos, disminuyendo el riesgo de sufrir fracturas.

·  Alimentación saludable. Una correcta alimentación ayuda a prevenir enfermedades como la diabetes, las cardiopatías, los accidentes cerebrovasculares o el cáncer. Se recomienda incluir frutas, verduras, productos lácteos desnatados y reducir el consumo de grasas.

·  Actividades de ocio y entretenimiento para el bienestar emocional. El equilibrio emocional ayuda a afrontar los contratiempos y las situaciones de estrés y preocupación.·  Eliminar el consumo de sustancias tóxicas. El consumo de tabaco y alcohol es perjudicial para la salud.

Mantener hábitos saludables a lo largo de la vida contribuye a reducir el riesgo de enfermedades, mejora la capacidad física y mental, además de retrasar las situaciones de dependencia.

En general, los estudios destacan que el envejecimiento de la población no es el principal problema que deben afrontar las administraciones y los sistemas sanitarios, sino los años de vida con mala salud, dependencia y falta de autonomía. Según la OMS y otras muchas organizaciones internacionales, la clave para fomentar la salud y calidad de vida de las personas mayores está en promover un envejecimiento saludable y activo.

Los profesionales y la comunidad científica deben avanzar de manera progresiva hacia la atención específica de la población con multimorbilidad, donde la geriatría tendrá un papel clave que puede ayudar a marcar la diferencia, por su conocimiento y experiencia en el manejo clínico de estos pacientes.

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