El envejecimiento de la población y el aumento de la esperanza de vida representa un importante reto económico, social y sanitario en todo el mundo. Pero, más allá de los cambios físicos y biológicos, el envejecimiento también se asocia a otros momentos vitales, como la jubilación, los cambios de domicilio, los fallecimientos y pérdidas de seres queridos, el aumento de la vulnerabilidad, y otras muchas condiciones y circunstancias sociales que hacen que cada vez más personas se sientan solas de forma involuntaria.
La soledad es una experiencia vital cada vez más común en la sociedad.
Este sentimiento de soledad todavía es más relevante entre las personas mayores, ya que, aunque puede afectar en cualquier etapa de la vida, su incidencia es especialmente elevada a partir de los 65 años.
El 56% de los hombres y el 72% de las mujeres experimentan algún tipo de soledad durante la vejez, porcentaje que va aumentando a medida que avanza la edad.
La soledad no deseada, un importante problema de salud pública
El sentimiento de soledad es una experiencia dolorosa que ocurre cuando las relaciones sociales son deficientes en algún aspecto importante, tanto cuantitativa como cualitativamente. Es decir, surge del desequilibrio entre las relaciones sociales que una persona tiene realmente y las que le gustaría tener. Por ello, como la base del sentimiento de soledad se refiere a la conexión individual y subjetiva hacia otras personas o hacia uno mismo, una persona puede estar rodeada de mucha gente y seguir sintiéndose sola.
La soledad se considera un fenómeno complejo que se define como la sensación subjetiva de tener menor afecto y cercanía de lo deseado en el ámbito íntimo o relacional.
No confundir el sentimiento de soledad con el aislamiento social. Mientras la soledad es involuntaria y se asocia con déficits subjetivos en la cantidad y calidad de las interacciones sociales, el aislamiento social refleja un distanciamiento voluntario objetivo.
- Aislamiento social. Déficit de contactos sociales que se puede medir de manera objetiva.
- Soledad no deseada. Sentimiento subjetivo de no tener la cantidad y/o la calidad deseada de relaciones sociales.
En cuanto a la soledad no deseada, se distinguen dos tipos, la soledad social y la soledad emocional.
- Soledad social. Derivada de la ausencia de un entorno social atractivo. Insatisfacción con las relaciones sociales o ausencia de contactos y conexiones importantes con otras personas. Se trata de un sentimiento de falta de apoyo y de no poder contar con nadie en caso de necesidad. Son personas que se sienten desconectadas o solas, aunque estén en contacto o rodeadas de más gente.
- Soledad emocional. Derivada de la ausencia de un vínculo emocional cercano. Sensación de vacío emocional, abandono y tristeza debido a la ausencia de contactos sociales significativos.
Mientras la soledad social se centra más en la falta de interacción social, la soledad emocional se relaciona con la falta de intimidad emocional y comprensión en las relaciones personales.
Factores de riesgo
Los principales factores de riesgo que influyen en la soledad de las personas mayores son el fallecimiento del cónyuge y el deterioro de la salud, sin embargo, existen otros condicionantes que también repercuten en el sentimiento de soledad, como la edad, el género, el nivel educativo o el lugar de residencia.
- Género. Aunque la incidencia de la soledad es mayor en mujeres que en hombres, también la experiencia es diferente, mientras en las mujeres predomina la soledad emocional, en los hombres destaca la soledad social.
- Nivel de estudios. Las personas con menor nivel educativo experimentan más sentimientos de soledad.
- Zonas urbanas y rurales. En las grandes ciudades aumenta la sensación de aislamiento a causa del ritmo de vida acelerado y la desconexión social. Sin embargo, aunque en las zonas rurales hay más cercanía entre los vecinos, la falta de servicios y la distancia física entre familiares puede ser un factor negativo para la soledad.
- Estado civil. Las personas que viven en pareja tienen menos sentimientos de soledad que las solteras, divorciadas o viudas.
- Salud y discapacidad. La incidencia de la soledad no deseada aumenta en personas discapacitadas o con problemas de salud.
- Renta. Las personas con menor renta y peores condiciones de vida, tienen más problemas para optimizar y diversificar sus relaciones sociales.
Ser mujer, tener un bajo nivel de estudios o no estar casado, son condicionantes que pueden agravar los sentimientos de soledad.
El impacto de la soledad sobre la salud
La soledad supone una fuente de sufrimiento con consecuencias muy negativas para la salud y el bienestar. En general, la soledad no deseada en las personas mayores se asocia a eventos cardiovasculares, mayor prevalencia de enfermedades mentales, como depresión o ansiedad, aceleración de los procesos de demencia y deterioro cognitivo, degradación del sistema inmunológico, disminución del estado físico y empeoramiento considerable del bienestar y la calidad de vida.
La soledad es un factor de riesgo para la depresión, el deterioro cognitivo, la morbilidad, la mortalidad y el empeoramiento de la salud en general.
De hecho, la soledad y la depresión se retroalimentan, generando un efecto sinérgico que resulta muy difícil de combatir, ocasionando un deterioro considerable en las personas mayores. También, es importante destacar que la soledad se utiliza como factor predictivo del deterioro cognitivo y como síntoma neuropsiquiátrico relevante en la preclínica de la enfermedad de Alzheimer.
La importancia de afrontar la soledad
Para contrarrestar los sentimientos de soledad y minimizar los efectos negativos, las personas ponen en marcha diferentes tipos de estrategias.
- Estilo proactivo. Se trata de personas que responden activamente y toman la iniciativa para conseguir revertir los pensamientos y emociones negativas (aumentan la actividad fuera de casa, buscan contacto social, participan en proyectos, etc.).
- Estilo pasivo. Personas que optan por aceptar la situación, resignarse y asumir que es algo propio de la vejez.
- Visión positiva. Son personas que aprovechan las oportunidades que les ofrece la soledad, intentando disfrutar del hecho de estar solas (leer, escribir, escuchar música, pasear, etc.).
En general, las personas mayores luchan por afrontar la soledad y salir de ella, principalmente a través del afrontamiento proactivo y la visión positiva. Sin embargo, en los casos más graves de soledad, la resignación y la aceptación pasiva son las más frecuentes.
Además de las diferentes estrategias de afrontamiento, también hay que tener en cuenta determinadas situaciones y épocas del año que pueden incrementar o empeorar la sensación de soledad, como puede ser la época navideña. La falta de compañía y apoyo que muchas personas mayores experimentan durante todo el año, se hace más evidente durante las fiestas navideñas, al ser un período lleno de celebraciones y reuniones familiares.
Se estima que un 20% de personas mayores de 65 años pasa la Navidad en soledad. Acompañarlos y no dejarlos solos es fundamental para frenar su deterioro.
De hecho, la salud emocional de las personas mayores que viven solas empeora durante la Navidad, aumentando el riesgo de aislamiento, depresión y episodios de tristeza no controlados.
El peligro de la soledad de las personas mayores en Navidad
La llegada de la Navidad amenaza la salud emocional de las personas que viven solas. Por ello, durante estas fechas es importante que se sientan más integrados y acompañados que nunca.
La Navidad aumenta la sensación de soledad de las personas mayores.
Para que se sientan más integrados en el núcleo familiar, los expertos recomiendan incluir a las personas mayores en todo el proceso, además de intentar realizar el maximo de actividades en familia (paseos, visitas a otros familiares cercanos, participar en eventos comunitarios, etc.).
Las actividades grupales y participativas son las más efectivas para contrarrestar la soledad y el aislamiento social de los mayores en Navidad.
Consejos y recomendaciones para evitar la soledad y garantizar el bienestar de las personas mayores durante la Navidad:
- Involucración en la planificación. Hacer partícipes a los mayores y pregúntales sobre sus preferencias, gustos y deseos para las celebraciones de Navidad.
- Apoyo emocional. Estimularlos para que expresen sus sentimientos y asegurarse que se sienten escuchados y respetados.
- Actividades navideñas. Animarlos para que participen en todas las actividades festivas de la familia, por pequeñas que sean (decorar la casa, cocinar recetas típicas, etc.).
- Salidas. Se recomienda que las personas mayores salgan y se distraigan, aunque les cueste o pongan excusas. Pasear, ver el alumbrado navideño o hablar con los vecinos, mejorará su estado de ánimo.
- Decoración navideña. Ayudarles a decorar su casa para que vivan en un ambiente navideño alegre y positivo.
- Involucrar a familiares y amigos. Organizar pequeñas reuniones durante los días de Navidad, invitando a familiares y amigos para que pasen tiempo con los mayores de la casa.
- Transporte. Facilitar la movilidad de las personas mayores, proporcionándoles opciones de transporte para que puedan asistir al máximo de encuentros y reuniones familiares.
- Actividades vecinales y comunitarias. Participar en las actividades navideñas locales y programas especiales organizados por la comunidad, ayudar a mitigar la sensación de aislamiento.
- Pertenencia. Animar a las personas que viven solas a que se unan a centros comunitarios, clubes o grupos de voluntarios y poder interactuar y relacionarse con otras personas.
- Cuidadores y amigos. Cuando la familia no pueda estar cerca durante las fiestas o las reuniones, contactar con amigos o cuidadores para que no les falte compañía ni apoyo emocional.
- Nuevas tradiciones. Considerar la posibilidad de adoptar nuevas tradiciones que se adapten a las nuevas situaciones familiares.

Aunque las obligaciones laborales y las distancias puedan dificultar los encuentros y las reuniones familiares en Navidad, es fundamental dar importancia a esta época del año. Llamadas telefónicas, cartas, videollamadas, pequeños detalles o un simple gesto, pueden marcar la diferencia.
En cuanto a los mayores que viven en residencias, también es importante que vivan experiencias positivas durante la Navidad.
- Visitas regulares. Hacer todas las visitas posibles y asegurarse de no perder el contacto, especialmente durante la época navideña.
- Organizar fiestas y crear entornos específicos para compartir momentos con familiares y amigos.
- Invitar personas externas a las residencias para vivir la Navidad. Participar en las actividades programadas dentro de las residencias mejora la salud mental, la satisfacción y la calidad de vida de los residentes. Además, contribuye a reforzar su confianza, adaptación y su crecimiento psicosocial.
La soledad genera sufrimiento y enfermedad en las personas mayores. Por ello, es importante desarrollar e implementar todo tipo de intervenciones que consigan mitigarla y prevenir sus efectos negativos. Esta Navidad, no dejemos que ningún mayor se sienta solo, con pequeños gestos se pueden conseguir grandes cambios.
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