La importancia de la formación emocional en medicina

Nos preocupamos del bienestar de las personas

La relación médico-paciente se considera actualmente uno de los objetivos prioritarios de la profesión médica, a pesar de la contradicción que supone tener que reducir cada vez más el tiempo de las visitas, la implantación de una medicina más tecnológica y la incorporación de la inteligencia artificial en el día a día de las consultas.

El avance de la medicina contrasta con el estigma de deshumanización que sigue existiendo en la práctica médica y en la relación médico-paciente.

Los importantes avances científicos de las últimas décadas, que han permitido salvar vidas, parece que no valoran suficientemente los aspectos emocionales y sociales de los pacientes. Prácticamente, los médicos ya pueden tener toda la información del cuerpo humano sin la necesidad de tocar al enfermo. Por ello, cuando no se tiene en cuenta que la empatía es la base de la medicina, los pacientes pueden sentirse distantes y poco apoyados emocionalmente. No ponerse en el sitio del paciente, ni captar su realidad social y emocional más allá de la propiamente biológica, se conoce como deshumanización de la medicina o deshumanización de la atención sanitaria.

Ante esta situación, y con el objetivo de potenciar un trato más humano con los pacientes, la educación emocional y el desarrollo de competencias para el manejo de las emociones deben ser la base de la medicina.

Para conseguir que la comunicación con el paciente sea lo más afectiva y empática posible, es fundamental la educación emocional y la adquisición de competencias emocionales en la formación médica.

La OMS reconoce importantes progresos en este campo, sin embargo, hay que seguir reforzando y trabajando todo tipo de iniciativas y acciones que proporcionen mayor resiliencia al sistema y un mejor seguimiento integral y continuo de los pacientes. En este escenario, la educación emocional es uno de los ejes estratégicos esenciales.

La educación emocional se considera una innovación educativa clave para responder a las actuales necesidades sociales y alcanzar un equilibrio entre lo cognitivo y el manejo de las emociones.

Qué es la educación emocional

La educación emocional se define como un proceso educativo continuo y permanente que pretende potenciar el desarrollo de competencias emocionales como elemento esencial del desarrollo humano integral (Bisquerra, 2011). Competencias que incluyen la autorregulación emocional, la empatía, el conocimiento de las propias emociones, las habilidades sociales y la capacidad de tomar decisiones responsables.

El desarrollo de conocimientos y habilidades sobre las emociones permite capacitar a las personas para que puedan afrontar mejor los retos del día a día. Se podría considerar que la educación emocional supone pasar de la educación afectiva a la educación del afecto, es decir, impartir conocimientos teóricos y prácticos sobre las emociones. Todo ello, con la finalidad de aumentar el bienestar personal y social.

Los principales propósitos de la educación emocional son:

·  Adquirir un mejor conocimiento de las propias emociones.

·  Identificar las emociones de los demás.

·  Desarrollar habilidades para manejar las emociones.

·  Prevenir los efectos nocivos de las emociones negativas.

·  Desarrollar habilidades para generar emociones positivas.

·  Desarrollar la habilidad de automotivarse.

La educación emocional también puede entenderse como una forma de prevención para minimizar la vulnerabilidad y las tendencias destructivas, y maximizar las tendencias constructivas. En definitiva, se trata de capacitar a las personas para que puedan adoptar comportamientos beneficiosos para el desarrollo humano, así como prevenir los pensamientos negativos, autodestructivos y aquellos comportamientos inapropiados derivados de la falta de control emocional.

La educación emocional es el aprendizaje que ayuda a desarrollar las competencias emocionales mediante un proceso educativo.

Diferencia entre educación emocional e inteligencia emocional

La educación emocional es un proceso pedagógico que potencia la esfera afectiva junto a las habilidades cognitivas, para promover el desarrollo integral de la personalidad. Principalmente, se centra en mejorar el conocimiento y la gestión emocional para poder afrontar los desafíos diarios y mejorar el bienestar. Pero, la educación emocional está estrechamente relacionada con la inteligencia emocional.

Mientras que la educación emocional se centra en el proceso educativo para desarrollar competencias sociales y emocionales, la inteligencia emocional hace referencia a la propia capacidad individual para reconocer, comprender y gestionar las emociones en diferentes contextos de la vida. Por ello, se puede concluir que la educación emocional proporciona el marco y las herramientas necesarias para desarrollar la inteligencia emocional.

La inteligencia emocional es el conjunto de habilidades que permite expresar y controlar los sentimientos de manera adecuada. Dichas habilidades se pueden desarrollar mediante el aprendizaje y la educación emocional.

Conocer qué pensamientos y comportamientos provocan los estados de ánimo, ayudan a manejarlos mejor y a solucionar los problemas que ellos generan. Por ello, la inteligencia emocional se entiende como la capacidad de solucionar problemas adaptándose a las circunstancias, hasta el punto de considerarse como el mejor predictor del éxito en la vida.

Una persona es inteligente emocionalmente cuando es capaz de:

·  Evaluar las propias emociones. Tener la capacidad para entender las emociones profundas y ser capaz de expresarlas naturalmente.

·  Evaluar, reconocer y entender las emociones en las otras personas.

·  Regular las emociones en uno mismo. Alta capacidad para controlar las propias emociones.·  Utilizar la emoción para aumentar el rendimiento.

Las competencias emocionales

Las competencias emocionales son el conjunto de conocimientos, capacidades, habilidades y actitudes necesarias para comprender, expresar y regular de forma apropiada los fenómenos emocionales. Las emociones se han considerado poco importantes durante muchos años, cediendo terreno a la parte más racional del ser humano. De ahí la importancia que actualmente supone incorporar las competencias emocionales en los procesos de formación de los profesionales sanitarios.

Existen seis categorías básicas de emociones:

  • Miedo. Anticipación de una amenaza o peligro (real o imaginario). Produce ansiedad e incertidumbre y sirve para apartarse de los peligros y actuar con precaución.
  • Sorpresa. Sobresalto, asombro, desconcierto. Es transitoria y permite la aproximación cognitiva para saber qué está pasando. Ayuda a saber qué hacer ante una nueva situación.
  • Aversión. Disgusto o asco frente a lo que se tiene delante. Produce rechazo y alejamiento.
  • Ira. Rabia, resentimiento, furia, irritabilidad. Aparece cuando las cosas no salen como estaban previstas o cuando existen amenazas. Puede conllevar riesgos de inadaptación cuando se expresa inadecuadamente.
  • Alegría. Euforia, gratificación, sensación de bienestar y seguridad cuando se consigue un deseo o se cumple una ilusión.
  • Tristeza. Pena, soledad y pesimismo ante una decepción o la pérdida de algo importante. Cumple la función de pedir ayuda y motiva hacia una reintegración personal.

La educación emocional se centra principalmente en potenciar la esfera afectiva de las personas. Las principales aptitudes son:

  • Autoconciencia emocional. Comprender los propios sentimientos y emociones, su origen y la influencia que ejercen en los pensamientos y comportamientos.
  • Autocontrol emocional. Reflexionar sobre las emociones para fomentar las dinámicas afectivas positivas y controlar las que afectan negativamente.
  • Automotivación. Utilizar las emociones de manera positiva, buscando motivaciones internas para alcanzar metas y poder enfrentarse a obstáculos a largo plazo.
  • Empatía. Reconocer e interpretar las señales emocionales de los demás para entender sus sentimientos y establecer vínculos más estrechos.
  • Competencias sociales. Comunicar de manera asertiva los pensamientos y sentimientos, así como comprender el impacto emocional que representan las propias acciones en los demás.

Según los expertos, las emociones negativas intensas pueden absorber toda la atención, obstaculizando la concentración en otras cosas. Además, también señalan que existen dos mentes, la que piensa y la que siente, y es la interacción entre ellas la que construye la vida mental de las personas. Por ello, las emociones y los procesos cognitivos se integran en la corteza cerebral, favoreciendo o limitando el aprendizaje de los conocimientos.

La importancia de la educación emocional en los profesionales sanitarios

Los profesionales de la medicina experimentan diariamente importantes desafíos psicológicos y emocionales en su entorno laboral, que puede derivar en agotamiento, depresión o ansiedad. Por ello, la educación emocional debe ser una prioridad en el campo de la medicina.

Se ha demostrado que un mayor dominio de las habilidades emocionales y de comunicación clínica por parte de los profesionales sanitarios, mejora la precisión y rapidez de los diagnósticos, disminuye el número de demandas recibidas, mejora la calidad de las interacciones, y aumenta la adherencia a los tratamientos y el nivel de satisfacción de los pacientes.

En general, los médicos con emociones más positivas son más optimistas, más empáticos con sus pacientes y cometen menos errores. Todo ello, sin olvidar que muestran mejor salud física y mental, menor cansancio, mayor satisfacción laboral y aumentan su rendimiento y nivel de implicación. Por ello, no se trata únicamente de mejorar el manejo de los pacientes, también es importante mejorar la situación de los propios profesionales, la interacción entre ellos y con su entorno.

Incorporar la inteligencia emocional en la formación médica permite adquirir una competencia social clave, que ayuda a relacionarse con uno mismo y también con los demás.

Es fundamental incluir contenidos educativos orientados al desarrollo de las habilidades afectivas en el currículo de medicina. Las competencias emocionales no deben ignorarse. Se trata de contenidos generalistas, pero también temas específicos de la profesión médica y de su ámbito de trabajo. Debido a las particularidades del entorno sanitario, es importante saber cómo responder emocionalmente ante diferentes situaciones a las que deben enfrentarse, tanto en la etapa estudiantil como en el ejercicio de su profesión.

La educación emocional en la formación de los médicos influye en su capacidad para ofrecer una atención médica segura y compasiva.

Empatía y emociones, claves para una comunicación eficaz

Educar las emociones, también supone trabajar la empatía. El término empatía se incorpora al entorno médico en 1918 como un elemento importante en la relación médico-paciente a la hora de facilitar el diagnóstico y la acción terapéutica. Empatía, del griego empatheia, significa saber apreciar los sentimientos de las otras personas.

Durante muchos años la formación médica ha propiciado la cultura del distanciamiento con el enfermo para protegerse y no implicarse emocionalmente, lo que ha derivado en una actitud impersonal que acaba comprometiendo la empatía y desgastando a la persona. Para promover el desarrollo de la empatía es fundamental tener en cuenta las emociones.

Cuidar bien de los pacientes supone conocer la enfermedad, pero también a la persona que la padece. Y, entre las habilidades que garantizan la calidad de esa relación, la empatía ocupa un lugar destacado. Por todo ello, es fundamental diseñar nuevos programas de formación médica, donde no solo se aprendan conocimientos técnicos, sino que también se entrene la empatía y la inteligencia emocional para que la comunicación con los pacientes sea más efectiva y positiva.

El reto de desarrollar nuevos proyectos para mejorar las habilidades emocionales y sociales de los profesionales sanitarios es enorme. La escucha activa, la comunicación verbal y no verbal, el autoconocimiento o la empatía, acercan el médico al paciente y ayudan a que se sienta más entendido, escuchado, apoyado y cuidado, consiguiendo un mayor nivel de compromiso y corresponsabilidad en su tratamiento y curación.

La educación emocional es un componente fundamental en la formación de los profesionales de la salud. Las personas emocionalmente inteligentes saben entender las emociones que se originan en su entorno, comprenden sus posibles causas y consecuencias, y son capaces de desarrollar estrategias para regular y manejar los estados emocionales, tanto personales como profesionales.

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