El calor no afecta a todas las personas por igual. Entre los grupos más vulnerables a las altas temperaturas se encuentran las personas mayores, especialmente aquellas que viven solas o son dependientes. Además, también hay que prestar especial atención a las personas con enfermedades crónicas, discapacitadas, con obesidad o sobrepeso, y a las mujeres embarazadas y niños.
Las personas mayores son un grupo de población muy vulnerable al calor y a las altas temperaturas, junto a niños y enfermos.
Según todas las predicciones, la temperatura en el sur de Europa se incrementará de forma intensa durante los próximos años. Estos extremos climáticos afectarán negativamente a la salud de las personas, especialmente a las personas mayores, aumentando el riesgo de neumonía, paro cardíaco, deshidratación o hipertermia, entre otros problemas.
Calor y cambios fisiológicos con la edad
A medida que pasan los años se reduce la fuerza muscular, la sudoración, la capacidad de transportar calor a la piel, los niveles de hidratación, la reactividad vascular, la estabilidad cardiovascular y también la sensibilidad térmica. Concretamente, la alteración de la sensibilidad térmica disminuye la capacidad de detectar y responder a los cambios de temperatura, haciendo que las personas mayores sean más vulnerables a los extremos climáticos.
Además, no solo los cambios fisiológicos relacionados con la edad afectan a las personas mayores, otro factor a tener en cuenta es la adaptación térmica al entorno de cada persona, tanto física como psicológica.
- Adaptación física. Las personas mayores ajustan de forma diferente el tipo de vestimenta y las opciones de climatización que tienen a su disposición, según cada caso y cada situación particular.
- Adaptación psicológica. En función del origen, la expectativa, la experiencia, el tiempo de exposición o la actitud de cada persona, puede variar el confort térmico subjetivo ante un mismo estímulo.
El confort térmico es el factor más determinante en la calidad del espacio exterior, seguido de la calidad del aire, el ambiente acústico y la funcionalidad.
Los factores de mayor vulnerabilidad que influyen en las personas mayores son:
- Disfunción del sistema termorregulador. El centro termorregulador situado en el hipotálamo es el encargado de regular la temperatura interior del cuerpo. Con la edad se va ralentizando, lo que implica menor percepción de los cambios de temperatura y menor reacción y respuesta ante ellos. En definitiva, el cerebro de las personas mayores tarda más tiempo en adaptarse a los cambios.
- Alteración del centro regulador del equilibrio hidro-electrolítico y menor percepción de la sensación de sed. El sistema de regulación del equilibrio hidro-electrolítico es el encargado de detectar la pérdida y el exceso de líquidos y sales minerales del organismo. Con el paso de los años se enlentece el sistema y no cumple bien su función, disminuyendo la sensación de sed y la necesidad de beber, incluso cuando el proceso de deshidratación ya ha comenzado.
- Falta de conciencia de la pérdida de líquidos por sudoración y evaporación. Se trata de un factor clave por su relación directa con el riesgo de sufrir deshidratación.
- Presencia de múltiples patologías y polimedicación. La medicación que toman las personas mayores puede alterar aún más la regulación térmica del organismo y agravar los efectos del calor.
Medicamentos y su relación con la capacidad de soportar el calor
Los fármacos que tratan algunas enfermedades crónicas pueden afectar a la capacidad del organismo para perder calor y regular la temperatura corporal. Los principales mecanismos farmacológicos que pueden aumentar el riesgo de enfermedades relacionadas con el calor son:
- Alteración de la función renal.
- Disminución de la presión arterial.
- Disminución del flujo sanguíneo cutáneo.
- Modificación del metabolismo basal.
- Limitación del aumento del gasto cardiaco.
- Disminución del estado de alerta.
Además, el calor puede afectar al perfil farmacocinético de algunos medicamentos, produciendo cambios en su concentración y otras complicaciones.
- La deshidratación afecta especialmente a los fármacos que tienen un margen terapéutico estrecho como el litio, la digoxina y los antiepilépticos.
- El calor local provoca un aumento de la biodisponibilidad de los fármacos de administración cutánea como los parches de opioides, y los de administración subcutánea como la insulina.
- Algunos antidepresivos, antipsicóticos o antitusivos aumentan la temperatura corporal.
- La disminución de la función renal aumenta los niveles plasmáticos de los fármacos que se eliminan por el riñón como los AINE, IECA o ARA-II, entre otros.
- La disminución del flujo hepático puede aumentar la biodisponibilidad, especialmente relevante en los fármacos betabloqueantes.
- Los fármacos diuréticos aceleran la deshidratación o pérdida de electrolitos.
- Los antihistamínicos, antidepresivos o fármacos para el Parkinson pueden interferir con los mecanismos de regulación de la temperatura corporal.
- Los antiinflamatorios o antihipertensivos pueden interferir en la funcionalidad del riñón.
Enfermedad relacionada con el calor
La enfermedad relacionada con el calor es un término general que se utiliza para describir las múltiples condiciones fisiopatológicas que se asocian directamente con el aumento de la temperatura corporal. Normalmente, las personas muestran signos y síntomas de alarma, aunque no siempre aparecen, ni siguen una progresión específica.
Efectos negativos de las altas temperaturas.
- Primera fase: Hipotensión, taquicardia, sudoración profusa, sed intensa y fatiga.
- Segunda fase: Náuseas, cefalea y temblores.
Fase final: Calambres generalizados, ausencia de sudoración y alteraciones neurológicas como confusión, estupor y pérdida de conciencia.
Las formas clínicas más graves de la enfermedad relacionada con el calor son:
- Síndrome de agotamiento-deshidratación (temperatura corporal <40ºC). Está causado por la alteración del balance hidroelectrolítico debido a la sudoración excesiva. Se desarrolla en pocos días.
- Golpe de calor (temperatura corporal > 40ºC). Se produce por un fracaso agudo de la termorregulación. Al existir un mal intercambio entre la temperatura interna y externa del cuerpo, el calor se va acumulando progresivamente.
En el caso de las personas mayores, los golpes de calor se deben principalmente a la exposición durante mucho tiempo a las altas temperaturas, a diferencia de las personas adultas o jóvenes, que los golpes de calor se relacionan más con el ejercicio físico intenso o el esfuerzo.
Además, la edad no es el único factor a tener en cuenta, las enfermedades neurodegenerativas, psiquiátricas o las enfermedades crónicas, pueden incluso ser más determinantes que la propia edad.
Importante tener en cuenta que el riesgo no sólo existe cuando un día puntualmente se alcanzan temperaturas muy altas (superiores a 38,5ºC), también la acumulación de varios días con temperaturas entre 36,5ºC y 38,5ºC, acaba afectando al organismo con graves consecuencias.
Factores añadidos que influyen negativamente a la hora de sufrir un golpe de calor:
- Enfermedades que afectan a la esfera psíquica y cognitiva.
- Diabetes.
- Insuficiencias orgánicas avanzadas.
- Enfermedades infecciosas que cursan con fiebre.
- Enfermedades con pérdidas de líquidos y electrolitos, como vómitos, diarrea, heridas exudativas, etc.
El riesgo de las personas mayores a sufrir un golpe de calor es mayor cuando tienen alguna patología añadida, sobre todo, las personas con demencia o deterioro cognitivo.
¿Cómo actuar ante un golpe de calor?
Se requieren medidas de enfriamiento rápido como paños húmedos, baños de agua fría, etc. Las principales recomendaciones son:
- Poner a la persona en la sombra o crear sombra lo más rápidamente posible.
- Desabrigar y soltar la ropa.
- Enfriar con paños mojados los puntos más sensibles a la temperatura, como la frente, la nuca o las muñecas.
- Solo si la persona está consciente se recomienda darle líquidos poco a poco, a ser posible isotónicos por su contenido en azucares y sales minerales.
- No está indicado el uso de antipiréticos.
- Los casos de pérdida de conciencia suponen una emergencia médica extrema.
Recomendaciones generales y prevención
Planificar las intervenciones preventivas es importante para evitar los efectos negativos del calor y la deshidratación. Anticiparse en el caso de las personas mayores es clave para prevenir los golpes de calor causados por las altas temperaturas.
La temperatura ideal para el organismo se considera de 24-25ºC.
La salud puede entrar en riesgo a partir de los 32-33ºC, disparándose a partir de los 35º C, principalmente por la eliminación de líquidos y sales minerales a través del sudor. Es importante recuperarse con una buena hidratación.
Consejos y recomendaciones sencillos a implementar:
- Beber agua regularmente. Se recomienda beber 2 litros de agua al día, preferiblemente fresca, pero no demasiado fría.
- Es importante permanecer siempre hidratado. Se aconseja llevar siempre una botella de agua o una bebida que proporcione las sales y azúcares que se suelen perder con la sudoración.
- Por cada grado que suba la temperatura ambiente o corporal por encima de los 38ºC, tomar un vaso de agua para contrarrestar los efectos de la sudoración.
- Ante situaciones de diarrea o vómitos, se recomienda tomar medio litro de líquido adicional para contrarrestar la pérdida de líquidos y electrolitos, y evitar la deshidratación.
- Mantener el cuerpo fresco e hidratado. Tomar duchas o baños fríos.
- Dieta ligera y rica en líquidos. Se recomienda una dieta que cumpla con los requerimientos energéticos, pero ligera para facilitar la digestión. Además, es importante aumentar el consumo de alimentos ricos en líquidos, como zumos, frutas, yogures, gazpachos, cremas frías, ensaladas, verduras, etc.
- Evitar el consumo de alcohol. El alcohol inhibe el centro termorregulador del organismo, pudiendo alterar la respuesta al calor y favoreciendo la deshidratación.
- Evitar bebidas gaseosas, azucaradas y con cafeína. En las personas mayores este tipo de bebidas favorecen la dispepsia y proliferación de gases.
- Evitar las aguas de mineralización alta. Producen descompensaciones en personas diabéticas, con insuficiencia cardíaca y con enfermedades cardiocirculatorias.
- No realizar ejercicio físico ni esfuerzos durante las horas de máxima temperatura.
- Utilizar vestimenta y calzado adecuados.
- Usar ropa ligera que sea transpirable y de colores claros.
- Protegerse del sol para que no incida directamente sobre el cuerpo.
- Utilizar calzado fresco, cómodo y transpirable.
- Proteger la cabeza con sombreros, gorras o sombrillas y evitar salir durante las horas centrales del día.
- Usar protección solar y gafas de sol adecuadas.
- Mantener la casa fresca. Reducir el calor durante el día bajando persianas, cerrando ventanas y apagando los dispositivos eléctricos.
Además, el calor también puede afectar al ciclo del sueño, dificultando el descanso y aumentando la fatiga, sobre todo en las personas de edad avanzada. Algunas recomendaciones para evitar complicaciones relacionadas con el calor son:
- Cenar alimentos frescos y ligeros. Las ensaladas facilitan la digestión y favorecen la conciliación del sueño.
- Ducharse con agua tibia antes de acostarse.
- Humedecer o introducir elementos fríos en la almohada.
- Dormir con ropa ligera.
- Utilizar ventiladores para refrescar las habitaciones.
Las personas con problemas de salud o con alguna enfermedad de riesgo deben consultar al médico sobre qué medidas adoptar.
Se recomienda que los profesionales sanitarios identifiquen a las personas más vulnerables a las altas temperaturas antes de que empiece la época de calor. Alertarles sobre los posibles riesgos, informarles de los signos y síntomas de las enfermedades asociadas al calor y proporcionarles instrucciones claras sobre cómo y cuándo buscar atención médica, es clave para estos pacientes.
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