Microbiota intestinal y su impacto en la salud.

Microbiota intestinal y su impacto en la salud.

El interés por la función de los microorganismos en el cuerpo humano ha crecido mucho durante los últimos años. Y aunque estan presentes en muchas partes del organismo, la gran mayoría se encuentran en el aparato digestivo. De hecho, el intestino se considera uno de los órganos más complejos, no solo por todas las funciones que desempeña, también por el gran número de bacterias que se albergan en su interior.

La población más grande y diversa de bacterias del cuerpo humano se encuentra en el tracto gastrointestinal a lo largo de una superficie de 200 m2.

Se trata de una comunidad muy rica y diversa de unos 100 billones de bacterias, que se extiende por todo el sistema digestivo, desde el esófago hasta el colon. En cuanto a su densidad, la concentración en el esófago y el estómago es muy baja o casi nula, siendo a partir del intestino cuando va aumentando hasta llegar a la concentración máxima en el colon. Por ello, es en el colon donde residen el 90% de las bacterias.

La microbiota intestinal.

Durante las últimas décadas ha existido un importante avance en el conocimiento de la microbiota intestinal, cuyos efectos beneficiosos se han relacionado directamente con la salud. De hecho, se ha demostrado que el cuerpo humano funciona gracias a una combinación de propiedades microbianas y humanas, y que muchas enfermedades están relacionadas con la pérdida del equilibrio entre el genoma y el microbioma. Por ello, los humanos pueden considerarse superorganismos gobernados, en parte, por los microorganismos que se hospedan en él.

La microbiota es un conjunto de microorganismos vivos residentes en el organismo, que cumple múltiples funciones relacionadas con la salud y el bienestar. Su importancia es tan relevante que se le considera un órgano más.

Las principales funciones y procesos donde participan activamente los miles de especies microbianas que habitan en el organismo son:


·  Desarrollo del sistema inmunitario.

·  Desarrollo de la homeostasis.

·  Metabolismo energético.

·  Protección frente los agentes patógenos.

·  Digestión y absorción de nutrientes de la dieta.

·  Biosíntesis de vitaminas y otros nutrientes esenciales.·  Producción de hormonas.

La microbiota intestinal es fundamental para tener una buena salud digestiva, ya que, no solo ayuda en la digestión, también estimula el sistema inmunológico y protege el aparato digestivo de otros patógenos oportunistas que pueden causar enfermedades. Además, su actividad va más allá del tracto intestinal, ya que también actúan sobre el cerebro, el hígado, los músculos, el páncreas o el tejido adiposo.

Origen y evolución de la microbiota intestinal.

Durante la etapa fetal existe una mínima exposición a los microorganismos. De hecho, el ser humano dentro del útero carece de microbiota. Es en el momento de nacer durante el parto, cuando rápidamente se inicia la colonización microbiana y el desarrollo de la microbiota intestinal.

Se sabe que los bebes nacidos por parto vaginal tienen una microbiota inicial parecida a la de la vagina materna, mientras que los nacidos mediante cesárea muestran perfiles de microbiota más propios de la piel o del ambiente.

Las primeras fases de colonización son cruciales, ya que van a determinar la composición final de la microbiota permanente en el adulto. Se ha demostrado que la colonización microbiana en las primeras etapas de la vida estimula las funciones tróficas e inmunitarias, lo que no sucede si la colonización se retrasa a la edad adulta.

Los principales factores que influyen en la adquisición inicial de la microbiota son:

·  El tipo de parto.

·  La edad gestacional.

·  El modelo de lactancia y alimentación inicial.

·  El entorno de crecimiento rural o urbano.

·  La exposición a los antibióticos en los primeros años de vida.

Un bebé recién nacido por vía vaginal y alimentado con leche materna, desarrolla una microbiota altamente cualificada y protectora frente a la aparición de muchas enfermedades. De hecho, la leche materna aporta un tipo de oligosacáridos que favorece el crecimiento de los microorganismos beneficiosos. En general, los lactantes alimentados con leche materna tienen menos riesgo de sufrir infecciones, alergias o problemas digestivos, beneficios que se atribuyen en parte a las bacterias beneficiosas y a los componentes que las hacen crecer.

Además, los perfiles fecales microbianos del lactante muestran un gran parecido con los perfiles bacterianos del canal de parto y de la leche materna. Todo ello, implica que la colonización desde el nacimiento es diferente en cada persona, según los diferentes factores que intervienen.

Dependiendo de si el parto es vaginal o por cesárea, y del tipo de alimentación con leche materna o artificial, existirán diferencias significativas en la microbiota intestinal.

Tras los primeros meses, otro momento importante que también condiciona el tipo de bacterias del intestino, es el paso de la lactancia a la alimentación sólida. La modificación en el perfil de nutrientes que se ingieren en la infancia marcará la diversidad de la microbiota. De hecho, existe una relación directa entre la introducción paulatina de los alimentos durante los dos primeros años de vida y la microbiota intestinal que se va adquiriendo.

Por ello, un inadecuado desarrollo de la microbiota intestinal durante los primeros años de vida, o más adelante en la edad adulta, por el abuso de antibióticos, las dietas inadecuadas, el tipo de exposición ambiental, o el propio proceso de envejecimiento, pueden alterar la microbiota, tanto cualitativa como cuantitativamente. La consecuencia de todo ello es la presencia de especies distintas a las habituales, menor concentración de bacterias beneficiosas, disminución de sus efectos saludables y la aparición de enfermedades.

Solo un tercio de la microbiota intestinal es común a la mayoría de la población, el resto es específico de cada persona según el entorno y el tipo de alimentación.

Microbiota intestinal y salud.

El desequilibrio en las comunidades bacterianas se conoce como disbiosis y afecta la función de la microbiota, impactando negativamente en la salud. La pérdida de las funciones benéficas de la microbiota o su alteración por la invasión de microrganismos patógenos se relaciona con diferentes enfermedades, principalmente cardiovasculares, inflamatorias, autoinmunes, gastrointestinales, metabólicas y neoplásicas, incluso con trastornos de la conducta en algunos casos.

·  Microbiota y enfermedad cardiovascular. La microbiota intestinal desempeña un papel clave en la fisiopatología de la enfermedad cardiovascular y de la enfermedad renal crónica. Interviene en el metabolismo lipídico y en el desarrollo de la aterosclerosis a través del metabolismo de los ácidos biliares. También los ácidos grasos de cadena corta derivados de la acción de la microbiota intestinal, inciden directamente sobre el riesgo cardiovascular, modulando la acción de la insulina y el metabolismo energético.

·  Microbiota e inmunidad. La microbiota intestinal ejerce un importante efecto sobre la respuesta inmunológica del organismo. La composición de la microbiota intestinal y el estado funcional del sistema inmunológico pueden marcar qué pacientes sufrirán determinadas enfermedades. En general, la disminución de la carga microbiana aumenta las enfermedades autoinmunes.

·  Microbiota y asma. Se ha demostrado que las personas con alergia y asma tienen la microbiota intestinal alterada, principalmente por la exposición a los ambientes con gran contenido de bacterias durante las primeras etapas de la vida, o por la colonización bronquial de determinados genotipos de bacterias.

·  Enfermedad inflamatoria intestinal. Los pacientes con el síndrome del intestino irritable o la enfermedad de Crohn tienen sobrepoblación bacteriana y alteraciones cuantitativas y cualitativas de la microbiota intestinal y fecal. Además, cuanto mayor es la inestabilidad microbiana, mayor es el riesgo de sufrir nuevos brotes.

·  Microbiota y metabolismo. Se ha descrito un tipo específico de microbiota humana asociada al exceso de peso y al síndrome metabólico, que actúa de manera más eficiente en la extracción de energía respecto a la microbiota de los individuos delgados. Además, se conocen múltiples mecanismos metabólicos que asocian la microbiota con otros trastornos relacionados, como la diabetes y el hígado graso.

·  Esteatohepatitis no alcohólica e hígado graso no alcohólico. Se trata de enfermedades asociadas a un incremento de la permeabilidad intestinal y a la sobrepoblación bacteriana. Además, algunos productos bacterianos pueden ser potencialmente hepatotóxicos, como los fenoles, amoniaco, etanol y otros.

·  Neoplasias. La microbiota también se ha relacionado con el cáncer colorrectal, el hepatocarcinoma y el cáncer de estómago.

Eje intestino-cerebro. La microbiota intestinal también afecta a las enfermedades neurológicas.

El eje intestino-cerebro se define como la vía de comunicación bidireccional entre el SNC, el tracto gastrointestinal y la microbiota intestinal, mediada por los productos generados por las bacterias a nivel sistémico, así como por mecanismos endocrinos y neuronales.

Es mucha la evidencia científica que relaciona la microbiota intestinal y algunas enfermedades neurológicas como la enfermedad de Parkinson, el Alzheimer o la esclerosis múltiple. La modulación de la inflamación tiene un peso importante en muchas de ellas, especialmente por las bacterias que producen ácidos grasos de cadena corta, ácidos biliares secundarios o metabolitos del triptófano. Estos derivados alcanzan la circulación sistémica y son capaces de modular el sistema inmunológico hacia una situación de mayor inflamación.También se ha relacionado la microbiota intestinal con la regulación emocional y algunas enfermedades psiquiátricas, como la ansiedad, la depresión, el trastorno obsesivo compulsivo, el autismo o la demencia. Los microorganismos de la microbiota intestinal participan en la producción de neurotransmisores que se encuentran en el cerebro humano, lo que influye en la neuroquímica cerebral y también en los trastornos cerebrales, incluidos los cognitivos, del estado de ánimo y del comportamiento.

La disbiosis en la composición de la microbiota intestinal contribuye a los problemas de salud mental

Tratamiento y recomendaciones.

Actualmente, generar y mantener la diversidad de la microbiota se considera un importante objetivo clínico para la promoción de la salud y la prevención de enfermedades. A pesar de los nuevos tratamientos, como los probióticos o el trasplante de microbiota fecal, la nutrición personalizada, la educación dietética y la actividad física son la clave para restablecer y preservar la composición de la microbiota intestinal.

La evidencia científica refuerza la importancia de la dieta para el establecimiento, la estructura y la actividad funcional de la microbiota intestinal y su importante papel en determinadas enfermedades.

La alimentación puede influir en la estructura y composición de las comunidades microbianas. La modulación de la microbiota intestinal a través de la intervención dietética se ha convertido en una estrategia terapéutica y preventiva para muchas enfermedades.

Las principales medidas de protección y recomendaciones para una buena microbiota intestinal y salud digestiva son:

·  Mantener una alimentación variada.

·  Enriquecer la alimentación con fibra dietética.

·  Favorecer el consumo de verduras, frutas y cereales integrales y legumbres.

·  Reducir el consumo de carne procesada.

·  Minimizar el consumo de azúcares refinados y grasas saturadas.

·  Consumir alimentos fermentados (yogur, kéfir, chucrut, etc.).

·  Consumir grasas de buena calidad.

·  Cocinar los alimentos de forma saludable.

·  Evitar el estrés y dormir lo suficiente.

·  Evitar el tabaco y el alcohol.

·  Evitar el sedentarismo y hacer ejercicio.

La dieta mediterránea también ha demostrado muchos beneficios en la salud de la población, reduciendo la mortalidad y el riesgo de sufrir muchas enfermedades crónicas. Todos los estudios sugieren que hay que priorizar la inclusión de alimentos vegetales y no tanto la exclusión de alimentos de origen animal, apoyando así el concepto de que la diversidad en la dieta favorece la estabilidad de la microbiota.

Es fundamental que la microbiota intestinal se siga considerando un aliado para la salud. Por ello, aunque todavía queda mucho camino por recorrer, el conocimiento actual existente abre las puertas a nuevas investigaciones, cuyo objetivo debe ser la prevención de enfermedades y la mejora de la salud de la población.

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